martes, 26 de junio de 2012

La importancia de salir preparado






Hace poco salí a dar una vuelta con la bicicleta al volver del curro. Quería despejarme de un duro día que había empezado mal y terminado peor, uno de esos días en los que piensas ¡¡para que coño te has levantado!!. Así que decidí practicar una de mis mayores aficiones, montar en bicicleta. Estaba muy motivado a pesar de tener la cabeza a mil y pensé que me podría venir bien que me diera un poco el aire.

 LLegué a casa dejé los bártulos del trabajo y sin pensarlo dos veces me puse el casco, me monté en la bicicleta y salí a pedalear. Enlacé unos senderos que empiezan en el parque de al lado de mi casa con senderos de otros parques que me iban saliendo en el camino, sin pensar en una ruta fija a seguir. Bajadas, subidas, curvas...en ese momento entré en un estado de relax difícil de explicar. El aire me azotaba en la cara y mi mente empezó a “limpiarse” de todo el mal rollo que había acumulado del día. Todo era perfecto el “tratamiento” estaba dando sus frutos.

 Espera, espera...¿que ocurre? algo va mal, lo presiento!! De la parte trasera me llegaba un sonido horrible, mi velocidad se vió reducida drásticamente y la bici se movía de un lado a otro. Miré la rueda y claramente estaba pinchada. No me lo podía creer, no había hecho nada fuera de lo normal y los senderos por los que había circulado aparentemente estaban en perfectas condiciones. En ese momento todo ese estado de tranquilidad al que había llegado se estaba esfumando por segundos, había salido sin mi mochila de hidratación (que suelo usar cuando salgo de rutas), donde suelo guardar un par de cámaras de repuesto y algo de herramienta. Me encontraba en mitad de un parque que desconocía, de noche y con una rueda pinchada.

 
Me bajé de la bicicleta resignado, si el día no había sido lo suficientemente duro para mi, ahora con la bicicleta la cosa se había torcido aún más. Miré a mi alrededor intentando reconocer algo o a alguien y no encontré nada. En ese momento mis ojos se posaron en el sillín y me acordé de mi “Kit de supervivencia”. En la parte trasera del sillín llevo una pequeña bolsa donde suelo guardar una cámara, desmontables, una caja para reparar pinchazos y una llave multiusos, además de una pequeña bomba fijada al chasis de la bici. 
 

Aunque seguía molesto por el pinchazo, claramente la situación había mejorado por completo y aunque no me apetecía nada ponerme a desmontar la rueda y destrozarme el brazo con la mini-bomba hinchable...en menos de 15 minutos pude volver a ponerme en marcha, eso sí, rumbo a mi casa...ya había tenido suficientes aventuras por hoy.


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